Un robo descarado a Enrique Lihn, y agravando
la falta está mi nula genialidad y creatividad
Y porque escribí, dejé de ser quien no era, porque cada día se me escapó la tinta de la piel, cada minuto una letra de la lengua, una mirada que valía menos de mil palabras pero más que dos. Y aunque deseé no volver a escribir nunca más, cada noche el ejército implacable que vive bajo mi almohada me asediaba la cabeza, gritando su consigna de "poesía o muerte!", y siempre terminaba levantando la pluma blanca de la rendición. El arlequín del rey, el bufón de la corte, el cuenta-cuentos de un libro que nunca se leyó, el caminante que guarda sabiduría en un bolsillo, el diablo que busca un alma, una oveja disfrazada de lobo, todos ellos yo, yo todos ellos, yo ninguno, yo no existo. Y tú que ya estás infectado en este momento, tú que ya te robaste mis letras y las hiciste tuyas, tú que desde ahora tienes un poco de mi en ti, para convertirlo en un poco de mi con una mezcla de ti para ellos, tú que te conviertes en el eslabón de una cadena de deseos que conforman el rompecabezas que nunca podremos terminar, tú, lector extraño que nunca me vas a leer, también estás infectado...porque estás vivo, y al final, mi poesía y la vida, son exactamente lo mismo